Batallas Silenciosas: Comprendiendo la Crisis del Suicidio en Hombres

La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2021) indicó que una de cada 100 muertes en todo el mundo es producto de un suicidio y que la tasa se duplica entre los hombres. Según el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia en 2019, 2550 personas se suicidaron, 2032 eran hombres y 518 mujeres. Definitivamente cifras escalofriantes. Pero ¿Por qué existe esta diferencia de estadísticas entre los géneros?

El género es una construcción histórica y cultural, que adhiere características identitarias que definen lo que es ser hombre o mujer respectivamente. La autora del libro “el cerebro masculino” refiere que a partir de los cuatro años si un niño juega con niñas los demás niños le rechazarán. Desde estas edades tempranas los niños desarrollan un concepto común acerca de los juguetes, juegos y actividades que no son “masculinos” y que por tanto deben evitarse. Dicha construcción será sostenida y reforzada culturalmente hasta etapas posteriores, satisfaciendo los roles tradicionales de género y reprimiendo aquello que no se considere adecuado a las expectativas sociales.

El problema no es el colectivo masculino, es la desconexión emocional que experimentan, la fragmentación en sus relaciones, su angustia frente a la vulnerabilidad, su pérdida de intimidad a coste de adquirir su «masculinidad», en un sistema que los quiere violentos contra sí y contra el mundo, que los quiere presos de mandatos asegurándoles que eso los convertiría en «hombres»: fuertes-valientes-racionales-competitivos; pero sin libertad, sin expresión, y sufrientes. Donde todo aquello que no se permiten poner en palabras lo ponen en actos, no es coincidencia que los hombres suelen ser más proclives a conductas de riesgo como el consumo de alcohol o drogas, porque bajo ese sistema opresor tienen derecho a un único lenguaje posible: el de la violencia.

El campo de investigación sobre las implicaciones que tiene el género en la conducta suicida es muy reducido actualmente. Aunque el suicidio es un problema de salud pública a nivel mundial y un fenómeno social que no sólo expresa el deseo de morir sino también el malestar consecuente del colectivo masculino al vivir bajo determinadas expectativas sociales. Por lo tanto, resulta urgente la transformación de esta masculinidad genérica, dando paso a una en que la vulnerabilidad y la expresión emocional no se consideren amenazas para la identidad masculina, sino más bien se integren como formas de autocuidado necesarias y preventivas frente a otros malestares.

Referencias:

– Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2019). Boletín Estadístico Mensual, diciembre. Recuperado de https://www.medicinalegal.gov.co/documents/20143/349426/diciembre-2019.pdf/320ad04c-7c85-287f-804a-a49b1031d9f3

– Louann Brizendine (2010). El cerebro masculino.

– Rosado Millán M. J, García García F, Alfeo Álvarez J. C, , Rodríguez Rosado J. EL SUICIDIO MASCULINO: UNA CUESTIÓN DE GÉNERO. Prisma Social [Internet]. 2014; (13):433-491. Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=353744532013