¿Sabías que 6 de cada 10 personas que son cuidadoras, tienen ansiedad? Quienes ejercen un rol como cuidadores de otras personas, al realizar las actividades vinculadas a la atención de las necesidades, generan un desgaste emocional y físico considerable propio de la actividad. Su contribución es esencial, considerando casos en los cuales, el cuidador llega a convertirse en parte fundamental de la supervivencia de la persona a quien asiste.
Un cuidador “es la persona que facilita la vida y complementa la falta de autonomía de una persona dependiente, ayudándola en sus tareas diarias como aseo, alimentación, desplazamiento, entre otras” Ruiz y Nava (2012), además, de considerar que, en su mayoría, quienes cuidan con frecuencia son familiares o personas del entorno cercano. Por lo cual, cuidar a alguien es una labor, exigente y satisfactoria, demanda tiempo y esfuerzo; por eso, esta actividad puede vivirse como una experiencia digna y merecedora de reconocimiento por la familia y la sociedad, debido al desbordamiento que acarrea la sobrecarga en la tarea de asistir a otro.
Las señales que pueden ser indicadores de un “Síndrome de Cuidador Desgastado”, estarían asociadas con la dificultad para desenvolverse con “normalidad” en la vida diaria, esto debido a que están sometidos a circunstancias estresantes de forma permanente, convirtiendo las tareas de cuidado en una fuente de frustración, desencadenando incluso en cambios bruscos del estado de ánimo, sentimientos de desesperanza, dificultad para dormir o concentrarse, pérdida de placer de las actividades de la vida diaria, entre otras experiencias similares.
En este sentido, es necesario recordar que para poder llevar a cabo las actividades que formen parte de la rutina, será prioritario el cuidado personal y emocional, el mismo que está vinculado con esa capacidad de tener mayor responsabilidad y preocupación por estar bien con uno y con las personas con quienes nos relacionamos, en este caso con las personas a quien brindamos la asistencia, siendo una alternativa eficaz, que beneficiaría la responsabilidad ética de ofrecer una atención basada en la excelencia de lo técnico y lo humano.
El poner en práctica hábitos y estrategias de autocuidado, nos permite enfrentar exitosamente y de forma positiva diferentes situaciones adversas de nuestra rutina como parte de las actividades dirigidas a la persona que es cuidada y atendida, ya que, al mantener un buen estado de salud mental, es factible practicar conductas empáticas y saludables.
Para aplicar cambios concretos dentro de nuestra rutina diaria, es relevante plantearnos espacios de autocuidado sistemático, basados principalmente en la satisfacción de nuestras necesidades básicas, como procurar una higiene de sueño y conseguir un descanso reparador, o ya sea mantener una alimentación saludable.
Una vez cubiertas estas necesidades, algunas pautas que pueden favorecer tu salud mental y que contribuyen a reducir la sobrecarga en el rol como cuidadores, están:
- Meditación y respiración: Procurar espacios de silencio y reflexión, para favorecer momentos de relajación, lo cual, puede realizarse en contacto con la naturaleza o ambientar el espacio donde habitualmente pasamos la mayor cantidad de tiempo, con el uso de aromas o velas, música clásica o instrumental o similares.
- Arte en todas sus expresiones: Deja fluir tu creatividad buscando otras formas de expresión, como escribir en tu diario personal, dibujar o pintar mandalas, bailar con libertad, cocinar un plato especial o aprender a tocar un instrumento musical.
- Desconectar para conectar contigo: Brindarse espacios para leer, para recordar anécdotas y reír, cuidar tus plantas, escuchar música, o sencillamente permitirse un tiempo de descanso.
- Tiempo en familia o con amigos: Mantener una conexión con la red afectiva (familia, amigos, etc.) es esencial, además de buscar espacios de diálogo directo o por teléfono con tus seres queridos o planear reuniones sociales te brindara una experiencia de apoyo al saber que no estás solo/a.
- Actividades de descarga física: Dedicar unos minutos al día para hacer ejercicio físico, caminar al aire libre, o realizar en casa cualquier tipo de actividad que implique movimiento corporal.
- Buscar asesoría profesional: Conversar con aquella persona de confianza puede ser de gran utilidad, o en su defecto, buscar acudir a terapia con un profesional, para construir herramientas y habilidades de afrontamiento que te permitan cuidar de tu salud mental.
En tusicologo.com estamos dispuestos a acompañarte para la búsqueda de nuevas estrategias para cuidar de tu salud mental para evitar y afrontar la sobrecarga emocional, en el importante rol que ejerces como cuidador de otra persona. Recuerda que el trabajo que realizas es importante y valioso.
“Tu vida es un jardín, recuerda quererte y cuidar de ti, eres la flor más importante”.
Referencias:
Delgado, F. (2006). Saber Cuidarse para Saber Cuidar. PPC Editorial.
Obando, L. (2020) Aportes de la psicología en el ámbito hospitalario: la humanización en los servicios de salud como objetivo prioritario. Editorial Universidad Santiago de Cali.
Sandrín, N. (2013) Cuidar al Enfermo. Desclée De Brouwer.