EL ESTRÉS: LA ENFERMEDAD SILENCIOSA DEL SIGLO XXI

El estrés es una respuesta natural del cuerpo al encontrarse frente a situaciones que resultan desafiantes o a su vez amenazantes. Sin embargo, cuando el estrés se vuelve crónico, puede tener un impacto negativo en la salud física y mental, llegando a ser difícil sobrellevarlo.

Cuando nuestro cuerpo experimenta estrés, nuestro cerebro libera hormonas como el cortisol y la adrenalina, que son las encargadas de prepararnos para luchar o huir de la situación a la cual nos enfrentamos.

Es necesario reconocer que en dosis bajas sentirse “estresado” puede ser beneficioso, ya que podría contribuir a mejorar nuestra capacidad para concentrarnos, ser productivos y a actuar con rapidez en situaciones específicas que las identificamos como difíciles, logrando reconocer y descubrir habilidades propias que colaboran en la capacidad para resolver conflictos.

Para conocer como el estrés actúa en nuestro cuerpo, existen varios signos y síntomas que podemos valorar durante la reacción general del organismo, ocasionando cambios a nivel fisiológico, emocional, cognitivo y conductual, los más frecuentes suelen ser:

Al experimentar situaciones estresantes en las diferentes actividades de nuestra rutina, podríamos distinguir las diferentes fases por las cuales atravesamos en esos momentos, por ello nuestro organismo recorre una serie de etapas para poder hacerle frente y salir victorioso de las circunstancias:

La primera fase se conoce como “alarma”, la cual, indica a través de las respuestas de nuestro organismo la aparición de las situaciones identificadas como amenazantes, que son causantes de los primeros síntomas de estrés. Posteriormente, vivenciaremos una “fase de resistencia”, la cual, colabora en la adaptación a la situación estresante, por lo cual reequilibra el impacto y las consecuencias del estresor. En el caso de no haber sido suficientes las habilidades de afrontamiento empleadas para gestionar la situación de estrés, inicia la tercera fase, conocida como “agotamiento”, en esta etapa aparecen los síntomas del estrés crónico, afectando negativamente en todos los ámbitos de desarrollo de la persona que lo vivencia.

En este sentido, se plantean varias estrategias para gestionar favorablemente el estrés, las mismas que optimizarían el bienestar físico y mental, algunas pautas que pueden ser de utilidad son:

  • Realizar ejercicio físico regularmente.
  • Mantener hábitos alimenticios saludables.
  • Procurar una adecuada higiene de sueño.
  • Practica técnicas de respiración y relajación.
  • Buscar y fortalecer las redes de apoyo social.
  • Realizar actividades vinculadas a hobbies o similares.
  • Buscar acompañamiento profesional en salud mental.

Finalmente, se puede decir sin lugar a dudas que la experiencia de estrés surge por el temor a estar equivocados o frente a situaciones desconocidas o desagradables. Por ello, procurar mantener cierta calma puede ser de gran utilidad para comprender de mejor manera la situación que genera malestar, para posterior determinar si es posible poner en práctica alguna acción que ayude a superar efectivamente las causales del estrés y a través de nuestras habilidades de afrontamiento encontrar alternativas realistas y eficaces que regulen el malestar y promuevan un adecuado estado de salud mental a lo largo de nuestra vida.

Por: Daniela Matovelle Quiroz

Referencias:

  1. García, T. (2011). Más allá del estrés. Proyecto Educa.
  2. Junquera, R. (2022). El estrés, otras reacciones emocionales y tu dolor de espalda. Cultiva Libros.  
  3. Maté, G. (2020). Cuando el cuerpo dice no: la conexión entre el estrés y la enfermedad. Gaia Ediciones.
  4. Weiss, B. (2006). Eliminar el estrés. Penguin Random House.