Los más chiquitos son los más valientes
Los bebés parecen no tener miedo a nada: se meten toda clase de objetos a la boca, quieren tocar todo, y a veces se ponen en situaciones peligrosas sin saberlo, pues es su forma de explorar el mundo. Entonces, ¿significa que nacemos sin temerle a nada? ¿los miedos que tenemos son aprendidos? Queremos hablarles de uno de los experimentos más controversiales que existen: el caso del pequeño Albert, en dónde a inicios del siglo XX, experimentadores condicionaron a un bebé a tener miedo.
Como explicado en el artículo de condicionamiento clásico y hábitos (link a este artículo), el cerebro humano genera patrones como una forma de simplificar el mundo, relaciona estímulos con una actividad específica, y de esta manera se crean hábitos. Lo mismo puede ocurrir con la creación de miedos: cuando una persona relaciona un estímulo con una cosa o situación de manera negativa, se puede crear un miedo.
Teoría de condicionamiento
Después de la teoría de condicionamiento clásico propuesta por Pavlov, dónde condicionaron a un perro a salivar cada vez que escuchaba una campana porque esperaba comida, John Watson decidió explorar esta teoría en humanos. Watson pertenecía a la corriente psicológica del positivismo, que afirma que toda la conducta humana depende de las experiencias que esa persona haya tenido y no de elementos como la genética. Para probar esta teoría, realizó uno de los experimentos psicológicos más controversiales que se han dado hasta la fecha. Watson (1920) quería condicionar a un sujeto a que desarrollara una respuesta de miedo hacia un objeto. Como Watson pensaba que el comportamiento se desarrollaba dependiendo de las vivencias, para el experimento decidió utilizar a un bebé de 8 meses (pues habría tenido pocas experiencias de vida que influyan sobre los resultados). Encontraron a Albert, el hijo de una de las nodrizas que trabajaba en un orfanato. Era un bebé tranquilo, que se pasaba la mayoría de su tiempo solo, mientras su mamá trabajaba.
Analizando posibilidades
Antes de realizar el experimento, el equipo analizó al bebé, tratando de identificar si el niño ya tenía algún miedo implantado: le presentaron fuego, y algunos animales, a los que Albert no pareció reaccionar. Sin embargo, se dieron cuenta de que el bebé lloró después de un ruido metálico brusco. El estímulo al que querían que temiera era una rata blanca de laboratorio. La primera vez que le presentaron la rata al niño, el pequeño Albert sintió curiosidad y trató de alcanzarla. Sin embargo, con cada interacción con la rata blanca, los experimentadores producían el sonido brusco con el metal y el pequeño Albert empezó a desarrollar miedo hacia este animal. Procedieron a hacer esto en varias ocasiones para que el bebé empezara a relacionar la rata blanca con miedo. Después de la décima sesión, solo acercaron a una rata blanca (sin producir el sonido) y el pequeño Albert trató de huir del animalito, y ya no tenía curiosidad como en la primera sesión.
¿Tendrá miedo a otros factores externos?
El experimento continuó. Ahora querían comprobar si es que el niño tendría miedo de otros elementos con características similares a la rata blanca transfiriendo el miedo. Para ello, los experimentadores le presentaron a Albert algunos animales y objetos peludos muy parecidos como: un conejo, un perro y un abrigo de piel. Cuando se los presentaron al bebé, este empezó a llorar sin la necesidad de que hicieran el ruido metálico. En la última fase del experimento, Watson le presentó al pequeño Albert una máscara de Santa Claus (por la barba blanca), y obtuvieron la misma reacción.
El objetivo de los experimentadores era deshacer el daño que le habían realizado al final de las pruebas. Sin embargo, el pequeño Albert fue adoptado antes de que pudieran invertir el daño hecho, y se perdió el rastro.
Para la tranquilidad de todos, ya no se realizan experimentos psicológicos de esta manera. En el presente, existe un estricto código de ética que impide el daño a los participantes. Pero a pesar de las implicaciones éticas, este experimento nos explica cómo se pueden llegar a desarrollar ciertas fobias en algunas personas. Si en el presente tienes algún miedo o fobia fuerte, ¿puedes identificar en dónde empezó ese miedo? En tus sesiones de terapia puedes explorar esto, y con la ayuda de un especialista, puedes superar este miedo.
Fuentes: